viernes, 11 de enero de 2013

Las vacas son los abuelos del campo

Dirijíame yo hacia Colmenar Viejo esta mañana cuando mirando por la ventanilla del copiloto he visto un grupúsculo de vacas pastando en una ladera de verde y apetitosa hierba. Y ante tal panorama me ha dado por analizar en profundidad la vida de las vacas desde el prisma de la paternidad.

Yo antes de ser papá veía las vacas de otro modo, eran seres simples de aspecto bobalicón y con la única misión en la vida de servir de leche y ternera a los tipejos lacteo-carnívoros... pero ahora las veo de otro modo, he observado las cosas desde otro punto de vista y casi tengo un accidente al caer de que se trata de animales situados en lo más alto de la pirámide evolutiva.

Los seres humanos, al tener hijos, dejamos nuestra apacible vida aparcada en el garage de la inocencia durante 25 años y cuando, por fin vamos a recogerla, el tiempo y la humedad nos la han dejado ajada y gripada. Una vaca no, una vaca tiene un ternero y el muchacho sale sabiendo andar, sabiendo comer y un poco más y salen sabiendo inglés.  Bueno, la vaca también deja su vida en el parking, pero es un parking con ticket de la hora porque realmente vuelven a recogerla pasadas unas pocas semanas y no les sale a cuenta comprar una plaza de parking para 25 años. Para colmo las vacas pastan a su antojo se echan la siesta, duermen bajo techo, les masajean las tetas una vez al día, se dan paseos por el campo...

Y de repente, cuando estaba plenamente ensimismado con mis pensamientos, he caido en una segunda gran verdad que me ha hecho parar el coche en la cuneta: los abuelos tienen la misma vida que las vacas. Tienen a los nietos y aparcan sus vidas durante unas horas... un par de días a los sumo, se echan siestas, se dan paseos por el campo, duermen bajo techo y les dan masaj... bueno, esto prefiero no pensarlo demasiado que me ha dado una arcada.

Yo de mayor quiero ser vaca, o en su defecto, abuelo.

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