jueves, 30 de noviembre de 2023

Carta abierta a Little Ana

Hola Little, ya sabes que comencé con esto del blog para verbalizar, en cierta manera, el tsunami de emociones que provocaste con tu llegada y, casi sin darme cuenta, pasaron unos pocos años donde el blog fue cambiando de estilo conforme iba adaptándome a la paternidad.

Hubo un momento en que sentí que no necesitaba seguir escribiendo y no me arrepiento, hay capítulos en la vida que se abren de forma natural y con la misma naturalidad se cierran. Lo que ocurre con las puertas que se cerraron sin dar portazo es que a veces las volvemos a abrir sin miedo y eso es cosa buena, portazos los justos y necesarios, no sea que se rompan los goznes y luego no haya manera de volver a entrar.

Y aquí me tienes, de nuevo dentro de la habitación para hablar con una Little que de pequeña poco y de joven bastante más, eso sí, nunca dejarás de ser mi Little, por muchos años que pasen.

Quería decirte que te quiero, que lo sabes porque te lo digo muchos días, pero negro sobre blanco también mola. Y quiero que sepas que estoy muy orgulloso de la persona que veo cuando te miro, con cualidades que quisiera yo para mi y sin embargo no siento ninguna envidia, todo lo contrario, me emociona comprobar en la persona en que te estás convirtiendo.

Eres constante y responsable, mucho más de lo que era yo a tu edad, veo que tratas de ser justa con las personas y con la situaciones que vives, igual que tu abuelo paterno (no te haces una idea de lo importante que es eso para mi), eres sensible y emocional como tu madre (no renuncies a ello, no tiene nada de negativo) y cabezona también, como tu padre - aunque a eso no me ganas aún -

Te exiges mucho y eso está bien, pero no lo hagas hasta tal punto que reste alegría, sé ejemplo para tu hermano pequeño, se fija mucho más en ti de lo que puedes imaginar y por último y más importante, sé feliz, con eso conseguirás que toda la gente que te quiere lo sea un poquito.

Avanza, pisa firme, cambia, mejora, confúndete, equivócate, aprende... siempre estaré pendiente de ti y tendrás mi brazo siempre a tu alcance para que no te hagas mucho daño y atento por si me necesitas.

Y ahora me voy otra vez, cerraré la puerta despacito por si tengo que volver.

Te quiere papá.

domingo, 1 de octubre de 2017

Nos vamos a Canadá: Etapa 1 ¡Montreal! (2ª parte)


Lo normal con esto del jet lag es que el segundo día te despiertes a las 5:00 de la mañana (como muy tarde), sin embargo este hecho arroja su parte positiva: tienes la oportunidad de aprovechar el día al máximo.


¿Os hablé mal de la gastronomía local?, pues como en todo en la vida hay excepciones: Eggspectation es un restaurante cerca del hotel, en pleno barrio de Quartier des Spectacles, que nos sirvió de centro de planificación turística los 3 días que estuvimos en Canadá . Sirve desayunos con los huevos como base de la carta y, aunque no sea barato, va a ser la mejor comida calidad/precio que probeis en Montreal. Concretamente el "Bravocado" con queso, huevos, aguacate, fruta recién cortada y patatas es "eggspectacular". Si a eso le sumas un zumo de naranja y un café ya llevas el depósito del combustible lleno para el resto de la mañana.


La mañana la dedicamos a visitar el Mont Royal y el Oratorio de Saint Joseph. El autobús número 11 cruza el parque parando en varios puntos de interés, si bien la parada obligada se encuentra en el chalet Mont Royal y su mirador. Sencillamente es sobrecogedor, podríamos pasarnos allí toda la mañana observando las vistas del skyline y el río San Lorenzo. 

Desde allí salen decenas de recorridos a pie, podrás elegir desde las rutas más exigentes a sencillos paseos para los más pequeños. En nuestro caso, teniendo en cuenta que los little tienen 3 y 7 años, optamos por un camino que atraviesa un bosque desde el mirador hasta el lago de los castores. En el mismo Mont Royal se ubica el cementerio, que aunque suene muy tétrico no lo es tanto... los cementerios de norteamérica tienen un rollo distinto a los españoles. Las lápidas salen de la hierba y se integran dentro del mismo bosque dando un aspecto mucho más ¿"natural"?... no sé, desde luego es mucho más llevadero.

Muy cerca del lago de los castores podéis coger un bus (linea 711) que os llevará directamente al Oratorio de Saint Joseph... qué deciros de este lugar! Se trata de una obra de dimensiones extraordinarias pero carente del encanto de otros templos religiosos que conservan "la bonitez" de los siglos. Eso si, resulta muy curioso el interior del templo... para subir a lo alto del Oratorio puedes hacerlo con multitud de escaleras mecánicas dentro de la iglesia, no deja de ser muy curioso ver tanta escalera mecánica en una iglesia. Desde arriba las vistas también merecen mucho la pena.
A la vuelta, camino del hotel, entramos en la ciudad subterránea de Montreal y la verdad es llamativo comprobar que existe una ciudad completa bajo tierra que es utilizada en invierno cuando las inclemencias meteorológicas azotan a los residentes del lugar. Además del metro, lógicamente, encontrareis tiendas, restaurantes, centros comerciales, zonas de ocio e incluso hoteles. Particularmente decidimos parar a comer en una de las plazas de dicha ciudad subterránea donde había más de 20 restaurantes de todas las nacionalidades imaginables y un espectáculo de agua y sonido que hizo que a los niños se les hiciera más llevadera la comida.

La tarde la dedicamos a pasear por el barrio chino y los alrededores del Ayuntamiento. El barrio chino no deja de ser tres calles próximas al Old Montreal pero muy llamativas por el contraste cultural en un espacio tan reducido. Si te pilla de paso no dejes de acercarte por alli... si es por la noche podrás apreciar mejor el contraste del que hablaba anteriormente.

El Ayuntamiento, u Hotel de Ville como le dicen allí, es un edificio del siglo XIX de grandes dimensiones y bastante bonito arquitectónicamente. Por la noche lo iluminan y queda muy chulo.
Con el tercer día decidimos cubrir las necesidades de ocio de los niños y, siempre que fuese posible las de los adultos. Unas pocas paradas de metro y nos plantamos en el Biodome y el Jardín Botánico.


El Biodome no deja de ser un zoológico situado en las antiguas instalaciones del velódromo del recinto olímpico de Montreal 76. Toda la zona olímpica merece la pena por el simple hecho de conocer las infraestructuras que quedan de aquella época y si a eso le puedes sumar una visita al zoo pues el plan sale redondo. Si vamos más al detalle os puedo concretar que no es un zoo al uso sino una recreación de 4 ecosistemas existentes en América: selva amazónica, polos norte y sur, golfo de San Lorenzo y bosque quebequés. Los chicos se lo pasaron increíble aunque también os puedo adelantar que cualquier ticket o entrada relacionados con el ocio canadiense tiene un coste bastante elevado. 

Aprovechando que estábamos allí decidimos sacar una entrada doble que incluyese también la visita al Jardín Botánico de Montreal. Sencillamente el sitio es una pasada, y puedes dedicarle todo el tiempo que quieras/tengas. Jardines japoneses, chinos, insectarios, bosque canadiense, rosaleda, lagos, estanques...

La tarde la dedicamos a volver al mirador de Mont Royal para ver el atardecer desde allí. Es un atardecer único y la estampa del Skyline iluminado será tu fotografía preferida de Montreal.

Y hasta aqui lo que puedo contaros de Montreal... en el siguiente post hablaremos de cómo funciona el alquiler de coches en Canadá y nuestro periplo desde Montreal hasta la capital del país: Ottawa.

domingo, 17 de septiembre de 2017

Nos vamos a Canadá: Etapa 1 ¡Montreal!

Montreal mola trillones de kilates, eso es así. Si a alguien se le ocurre hablar mal de esta metrópoli lo tendría que matar tres o cuatro veces, así que no os la juguéis...
Os adelanto que, tras escribir el post completo de esta ciudad, me salió un churro infumable así que haré como Jack el Destripador, iré por partes. Así pues aquí voy con la primera de dos.

La ciudad más poblada de la región de Quebec es una urbe fascinante con multitud de posibilidades que cubrirán las necesidades de los viajeros más variopintos: Mont-Royal, que da nombre a la ciudad, saciará la necesidad de naturaleza que tengan los espíritus libres, el Downtown satisface las expectativas que puedan tener los urbanitas más fieles y Old Montreal y el puerto del río San Lorenzo ofrecen arte y entretenimiento para todas las edades.

Toda la provincia es francófona, pero si no hablas francés no te agobies... los tipos que viven por allí son gente con estudios y también hablan inglés de manera habitual.


Existen alojamientos para todos los bolsillos, si bien debo decir que hacer noche en Canadá es un poco más caro de lo que puede ser en España. Nosotros estuvimos alojados en el Courtyard Downtown Montreal de la cadena Marriott y sinceramente fue nuestro alojamiento más guapo del viaje. Se encuentra ubicado en pleno skyline de Montreal y desde allí podréis acceder al viejo Montreal y al puerto tan solo caminando 15 minutos.

En nuestro primer día, tras dejar las maletas en el hotel, y con el jet lag instalado en nuestros biorritmos, decidimos dar un paseo desde el hotel hasta el puerto, pasando por el Vieux Montreal. De camino al río pasareis por la basílica de Notre-Dame, construida imitando a la catedral parisina y de visita obligada tanto por fuera como por dentro. Siguiendo en dirección al puerto os cruzareis con la Rue Saint Paul, principal arteria del viejo Montreal llena de comercios para todos los gustos y bolsillos, restaurantes y ambiente.

En el restaurante aproveché para pedir el plato típico de Montreal: la Poutine, una bomba calórica confeccionada a base de patatas fritas, trozos de queso semifundido y salsa de carne. A prueba de los estómagos más atrevidos.
Esto es todo por hoy, no quiero saturaros, en el próximo post os contaré qué hicimos en segundo y tercer día en Montreal. 
¿No os leísteis los preparativos del viaje? Pincha aqui para pegarles un vistazo.

domingo, 10 de septiembre de 2017

¡Nos vamos a Canadá! - Detalles previos al viaje.

Antes de comenzar debo advertiros que el contenido de los próximos post del blog no van a seguir la linea argumental habitual. Lo descrito tiene más que ver con aquellos detalles de un gran viaje que me hubiera gustado leer previamente a nuestra escapada y van a contener muchos datos prácticos por si alguien se quiere lanzar a la aventura de cruzar el charco.


Desde que nacieron los little nunca habíamos "escapado" de la península ibérica y, teniendo en cuenta que Ana tiene 7 años, se hacía un poco cuesta arriba esta cuestión dado nuestro carácter viajero prepaternal.


Para darle más encanto a la historia no sólo nos fuimos los 4, también embarcamos a esta aventura a los abuelos y al tío... total, que nos marcamos un family road trip como Dios manda.


A la hora de elegir destino siempre tuvimos clara una cuestión: para ser el primer viaje transoceánico de los chicos, íbamos a optar por un destino con vuelo directo desde España. Y dentro de las posibilidades que se abrieron había que intentar satisfacer los gustos de cada uno de los integrantes del viaje: urbanitas, aventureros, amantes de la naturaleza y, por supuesto, niños. Habiendo metido todos estos factores en la coctelera el destino parecía claro: Canadá.


Air Transat fue la compañía que elegimos por ser la que mejores precios ofrecía... si bien, eso de que es una compañía low cost transoceánica creo que no deja de ser un reclamo publicitario más que una realidad, al menos en comparación con los precios de las compañías low cost europeas.

El vuelo de ida lo hicimos desde Madrid a Montreal y dura aproximadamente 7 horas y media. El avión en si era bastante básico... tanto en hechuras como en entretenimiento: no había pantallas individuales (algo fundamental en un vuelo de tantas horas). Dado que era un hecho con el que contábamos de antemano, llevábamos tablets, libros y juguetes para los más peques y podemos decir que no se nos hizo más pesado que un viaje a Galicia en coche.

Por cierto, en esta compañía las familias con niños tienen embarque prioritario y sinceramente me parece un puntazo no tener que esperar de pie más de una hora las colas para subir al avión.



Entre Madrid y Montreal hay una diferencia horaria de 6 horas, y claro saliendo de Madrid a las 13:30 llegas a Montreal a las 21:30, hora española, siendo las 15:30 en Canadá... vamos que llegas con el culo torcío. Debo decir que los días previos empezamos a cambiar los hábitos poco a poco a los chicos: retrasamos una hora cada día los horarios habituales de desayunos, comidas, cenas y hora de acostarse. ¡Funciona!, fueron los que mejor llevaron eso del jet lag.


Tras recoger las maletas hay que tomar la decisión de cómo trasladarte al hotel entre dos únicas alternativas: autobús o taxi. El 747 es el autobús municipal que deja en el centro de Montreal en 45 minutos y cuesta 10 dólares (si no me equivoco el billete es válido para las próximas 24 horas) y el taxi sale en torno a 40 dólares + tip (propina del 15% aprox). Con estas, y siendo 7 personas las que viajábamos, elegimos el taxi por la comodidad y por la escasa diferencia de precio en nuestro caso.


Antes de detallaros cómo es Montreal querría hablaros de un tema que todo el mundo se plantea cuando viaja fuera de Europa: ¿dónde cambio la divisa?. En otros países no sabría deciros pero en Canadá lo que sale más rentable es llevar los euros a Montreal y cambiarlos en una oficina de cambio de divisas del centro. Os paso cómo estaban los tipos de cambio en el momento de nuestro viaje y con esas tomáis vuestra propia decisión:


- Oficina CECA de las cajas de ahorros: por 1.000 € nos daban 1.310 dólares canadienses.
- Oficina de cambio de divisas de El Corte Inglés en Barajas: 1.000 € = 1.200 CAD.
- Oficina de cambio de divisas de ICE Currency en Montreal Airport: 1.000 € = 1.300 CAD.
- Oficina de cambio de divisas Globex 2000 en el 455 de Saint Catherine Street: 1.000 € = 1.455 CAD.


Y hasta aqui los preparativos del viaje, en el siguiente enlace podréis leer una primera parte de nuestra estancia en Montreal.

martes, 26 de abril de 2016

#ElTemaDeLaSemana: Mi momento Favorito del Día.


Hola a todos, soy Gretzky y me he apoderado del blog para contaros mi momento favorito del día, una idea que han sacado adelante la banda de inconscientes de Papás Blogueros. 

Dado que el Sr. Alcolea es un tipo perezoso y proclive al abandono espiritual a partir de ciertas horas de la noche, me he sentado delante del escritorio para relataros el momento clave de mi cotidianidad diaria: la madrugada.

Por si alguno no lo sabíais, soy un ente paranormal que vive en casa del propietario de este blog, más concretamente en el pasillo. Y, como todo fantasma de rancio abolengo, me muevo con comodidad a altas horas de la noche, cuando el silencio y la oscuridad reinan en casa. Sin embargo, no todo es paz y tranquilidad: durante la noche se producen pequeños chispazos de luz que animan mi rutina.

El Sr. Alcolea se queda dormido en el sofá y, cuando considero que ya es hora de irse a la cama, le quito la manta con la que le ha arropado su mujer y se la dejo a los pies. A los cinco minutos cree que se ha despertado por si solo y se dirige al sobre arropando previamente a los niños. Es tan vago que muchas veces no se pone ni el pijama, coge la primera camiseta que ve y no le incomoda que esté al revés o al derecho.




Little Dani se despierta a las 4 de la madrugada y, tras solicitar la presencia de sus padres repetidas veces y observando que no acuden a su llamada, le propongo que vaya a su cama y reclame el lugar que le corresponde. Tienen tanto sueño que Ele no tiene más remedio que hacerle un hueco en su cama y en su corazón.

Como muchos sabéis, Little Ana es mi preferida, ella ya no se despierta casi nunca y cuando lo hace soy el primero en indicarle dónde está su vaso con agua o dónde puede accionar una pequeña luz que le ayude a despejar su cabeza de malos pensamientos. Si tiene pesadillas soy el primero en entrar en su cabeza y hacer frente a los lobos y monstruos que la amenazan, al fin y al cabo, los fantasmas son más poderosos y eso todo el mundo lo sabe.

viernes, 22 de abril de 2016

Cierra los ojos



Hola a todos, soy Dani y tengo 2 años. Bueno casi, que los cumplo el 24 de Abril, pero mental y físicamente soy un niño privilegiado.

Os escribo porque desde ayer he puesto en práctica un experimento sociológico a la hora de irme a dormir. Mi curva de actividad toma su máxima expresión a eso de las 21:15 de la noche, es cuando más ganas tengo de seguir aprendiendo, cuando siento más curiosidad por el entorno que me rodea, cuando doy el 100% en lo que a comunicación verbal se refiere... sin embargo mis padres han cogido la rutina de llevarme a dormir a la cama. No hay manera, por mucho que me quejase, patalease y lanzase mordiscos al aire, su postura era inflexible: es hora irse al sobre.

A mi hermana ya la han lobotomizado el cerebro y no pone pegas a eso de irse a acostar, pobrecilla, ha sido aborregada por un sistema dictatorial y paternalista sin oposición.

Sin embargo, ayer puse en marcha una nueva forma de conducta tratando de rebelarme contra el sistema: consiste en cerrar los ojos al 95% dejando una finísima línea de visión y forzar una sonrisa grotesca. No os lo vais a creer, ¡conseguí prolongar mi estancia en el mundo de la vigilia durante más de 15 minutos! Yo creo que si lo perfecciono un poco más me tiro toda la noche sin dormir, ¡a lo murciélago!.



Empiezo a pensar que cuando me pongo así me vuelvo invisible y por eso mis padres no me mandan a la cama. Sólo tiene un problema: para poner esa cara de estreñido consumo un alto poder energético y me entran ganas de hacer caca. Y como se me escape un pedete pierdo la concentración, me río y vuelvo a ser visible.

Si alguno de vosotros tiene un sistema infalible para evitar ir a la cama que me lo indiquen en los comentarios, que mis padres no los leen y yo voy a estar pendiente.

Un beso con babas, el niño Tractor.