jueves, 31 de mayo de 2012

Tan solo dos detalles...


- El factor de invisibilidad.

Las comidas de Ana han sido siempre placenteras para todos: para la protagonista y, sobre todo, para sus papás... esto no quiere decir que ya no lo sean, pero empieza a demostrarnos que hay platos que no son de su agrado. La manera más habitual de mostrar su descontento es con un NO! rotundo... para que nos vamos a hacer los remolones si con un NO todo queda claro desde el principio. Tendrían que aplicarse el cuento muchos políticos y otros maleantes de su calaña (banqueros, jueces corruptos, constructores y concejales de urbanismo), por norma general la sinceridad acorta los plazos para buscar soluciones lo antes posible.

Sin embargo Ana, cuando ve que el NO conlleva una reacción de sus papás forzando un acuerdo entre ambas partes, decide dar un nuevo giro de tuerca a la situación: el factor de invisibilidad. Cierra los ojos un buen rato o directamente gira el cuello hacia un lado (todo lo más que le da de si) con el objetivo de no mirar ni al plato ni a sus padres, de esta manera todo lo que antes estaba ante sus ojos deja de existir... muy bien Ana, buen intento, pero cuando deje de dolerte el cuello el plato dejará de ser invisible y volverá a tu ángulo de visión. Supongo que tratará de mejorar la técnica poco a poco... un día soy capaz de quitarle el plato cuando no esté mirando para que cuando abra los ojos alucine un poco y se quede satisfecha con sus avances.

Ya la he dicho que tampoco se flipe que esto lo inventó "el Imbécil", hermano de Manolito Gafotas, poniéndose una servilleta encima de la cabeza. Claro que también se la quitaba su madre de una colleja, pero eso a Ana no se lo he explicado para que no se asuste.

- El parque es territorio a conquistar.

Cuando los últimos rayos del sol asoman por el horizonte, "La Mafia de Los Puertos" entra en escena... Ana y Asier salen de sus casas camino del parque infantil. A su paso no crece la hierba y los señores de avanzada edad les observan incrédulos desde la comodidad de un banco de madera. Al cruzar el escalón de madera que da acceso al parque, Ana amenaza a las hormigas que cruzan alegremente por encima del "tocón". Suele raptar un par de ellas antes de entrar como advertencia para el resto de que un cambio de gobierno se acerca...

Una vez dentro Ana solía jugar de manera aislada, con el cubo y la pala, en el tobogán, en los columpios... todo discurría con normalidad hasta hace algunas semanas. Ana y Asier son colegas del cole y al verse comienzan a llamarse a voz en grito, se persiguen, suben juntos al columpio, al sube y baja, al tobogán, a la pelota... los dos emepzaban a ocupar materialmente el parque, eso si, de forma amistosa.

Pero en el día de ayer todo cambió... se encontraban jugando al fútbol cuando una niña gorda de 5 años se acercó a los columpios. Ana y Asier dejaron de jugar al fútbol y se acercaron, sin mediar palabra, a la niña que se contraba sola. Durante 20 interminables segundos se quedaron mirándola fijamente apenas a un metro de ella, y de repente nuestras vidas cambiaron para siempre: Ana empezó a amenazar a la niña que no daba crédito de lo que estaba viviendo, Asier por su parte montó unos piquetes sentándose justo delante del columpio para que la niña no pudiese hacer uso del mismo. Y claro, como Ana nunca había amenzado antes y eso no lo ve en casa (mi mujer me amenaza sólo cuando Ana está dormida), no se le ocurre otra cosa que empezar a gritarla, con cara de mala leche, nombres de personajes de las series de dibujos que ve habitualmente: "Peppa!, George!, Pocoyo!,brejhfsdahjhgsd! Ana y Papá!, al suelo!!!" Os prometo que esta parte, no está nada adornada, su mamá y un servidor no sabíamos si reir, asustarnos o una mezcla de ambas, ¿qué monstruo estamos criando? La consecuencia de todas estas amenazas, aunque parezca mentira, fue que la niña gorda de 5 años se asustó de verdad y empezó a llamar a su padre.

Solo puedo acabar reconociendo una cosa, ayer el papá y la mamá de Ana se acostaron con una sonrisa de oreja a oreja...

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