lunes, 4 de abril de 2016

La (in)necesidad de ser un padre perfecto

Los papás la cagamos, además con cierta frecuencia. 

Desde la televisión, radio, medios de comunicación y, sobre todo, desde las redes sociales nos bombardean con un modelo de paternidad en el que existen lineas que no se deben cruzar: lactancia materna, inexistencia de castigos, comunicación descendente de carácter eminentemente positivo, no forzar con la alimentación, jugar todo el tiempo que se pueda con los hijos, razonar en lugar de dar  un azote, etc...

No pretendo hacer una crítica de ese modelo, de hecho me encantaría cumplir con todo lo detallado anteriormente, os lo aseguro, pero sinceramente no me da.

El otro día mi little Dani decidió experimentar con su juguete preferido: dar patadas a la moto correpasillos. Son las 21:00, la luz de reserva del depósito de la paciencia y la energía está al rojo vivo. La primera patada la dejé pasar e hice como que no lo había visto... el niño me miró de reojo y decidió subir la apuesta: nueva patada. Me puse el disfraz de papá perfecto y le susurré que debía cuidar su juguete preferido sino quería dejar de jugar con él. Dani me miraba ojiplático, pasaron 5 segundos, bajó la cabeza, me miró de reojo y nueva patada. Me despojo del disfraz de perfect daddy y lo cuelgo en la percha del armario del que nunca debió salir. Papá eleva el tono de voz para decirle a Dani que - NO! ESO NO SE HACE DANI, YA ESTÁ BIEN! - (un mensaje lleno de connotaciones negativas por el que ya me han quitado la medalla al mejor padre del año). Dani se retrae y parece haber entendido el mensaje, adopta una postura victimista y se aleja dos metros de la moto. Ok, no me ha costado demasiado, es verdad que he levantado el tono de v... PUM! Nueva patada del niño Tractor. Me levanto, abro el armario y me pongo el disfraz de verdugo: Dani recibe un azote y la moto acaba en el altillo más alejado de la casa. Si en ese momento llaman al timbre los de asuntos sociales se llevan otro par de azotes y les tiro el maletín por la ventana.



Creo que todo padre/madre es, por encima de todo, un ser humano donde la perfección no tiene cabida, por suerte. Las personas cometemos errores, todos los días, y como padre cometo errores también todos los días. El trabajo, la casa, hacer comidas y cenas, baños, actividades extraescolares, mantener la casa en pie, hacer la compra... jugar con los hijos, educarles, llevarles al parque, cantar canciones, leer libros. Como os decía antes soy un ser humano, me cuesta creer que haga todas las cosas que he listado anteriormente y muchas veces lo hago, creedme, pero otras veces no. Y me siento mal por ello, pero lo justo, no os voy a engañar. Mis padres han cometido errores conmigo, muchos, pero han tenido 30 kilos de aciertos por cada gramo de error. Y en eso me baso para no martirizarme demasiado.

Las personas y, sobre todo, los niños, tienen una extraordinaria habilidad para borrar de la memoria los recuerdos negativos y quedarse con las cosas positivas. Tengo la conciencia tranquila de que nunca he hecho nada que pueda perjudicarles de manera consciente, también tengo claro que debo saber pedirles perdón cuando cometa un error y que todo, absolutamente todo lo que hago, es por ellos, porque les quiero.

12 comentarios:

  1. Pues yo sí creo que eres un padre perfecto, al menos todo lo perfecto que se puede ser, porque ya sabes que la perfección no existe. Y ahora que nadie nos escucha, yo creo que ese modelo que describes al principio es mucho menos perfecto de lo que nos quieren hacer creer, la verdad, pero eso da para un debate muy extenso.
    Los dibujos de su señora esposa, una pasada. Hacéis un tándem estupendo en casa y en el blog.
    Besos.

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    1. Ostras Irene. me tienes que dar tu número de cuenta para hacerte el primer ingreso por tus halagadoras palabras... pero es verdad! Es que la perfección de los seres humanos no existe en ningún sitio: ni en casa ni en el trabajo. Muchas veces no caemos que el error va implícito en el ser humano y al final es tan sencillo como comprender que los fallos hechos sin mala fe son parte del día a día.

      Salud!

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  2. El padre "perfecto" no existe, para eso ya tenemos a Mary Poppins ^^

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    1. Creo que podría recitarte partes completas de Mary Poppins... mi hermano pudo verla 25 veces cuando era pequeño y en casa sólo había una televisión. Muy fan de Mary Poppins y del deshollinador.
      Por cierto, en una escena de la película Mary se empolva la cara con una sustancia blanca... acto seguido echa a volar por los tejados. Yo no digo nada que luego todo se sabe.

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  3. Totalmente identificada contigo.
    Suelo tener mucha paciencia pero como tú, no soy perfecta, a veces se me acaba y termino gritando a mis peques a sabiendas de que no debería hacerlo.
    Después ellos se tranquilizan, yo también, tenemos una reconciliación estupenda y a otra cosa mariposa.
    Aún así me siento culpable pero entonces me pregunto y me respondo a mi misma: "¿quien es la mejor madre del mundo? ¡la mía!. Recuerdo que he discutido con ella mil veces y que no me importa porque para mí es la madre perfecta.
    Y entonces se me pasa la preocupación.
    Tan mal no lo estaremos haciendo...

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    1. Muchísimas gracias por pasarte y comentar! Me hace mucha ilusión reencontrarme con muchos de vosotros que hace años ya me comentasteis alguna vez. Y como bien dices... ¿quién no ha discutido con sus padres tantas veces? Y sin embargo pasa el tiempo y descubres que todo lo que hicieron, con aciertos y errores, fue por y para nosotros.

      Chau bacalau!

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  4. Yo a mi lado no quiero ese padre perfecto que describes primero, prefiero el padre normal a veces verdugo, porque yo soy una madre normal y a veces verdugo también, porque mi paciencia no es la misma a las 11 que a las 23 😅😅😅

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    1. Deberían crear un reloj biorrítmico que en lugar de dar las horas tradicionales, marque el depósito de combustible de la paciencia. Déjame que le de una vuelta...veo el negocio asegurado.

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  5. Completamente de acuerdo. Pero yo creo que a veces conviene colocar por un rato al niño... en el altillo.

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    1. Mmm, es una variante de la ecuación que no se me había ocurrido. Muy interesante, aunque luego implique que el niño salga del armario.

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  6. a los niños hay que enseñarles límites... incluso los de nuestra poca paciencia, que así es la vida.

    también hay que aprender como adultos a limitar los azotes hasta eliminarlos totalmente de la vida, no sea que luego sean más altos que uno y se venguen :*

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    1. Pues como mi hijo siga por ese camino me coge en menos de 4 años...

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