miércoles, 23 de febrero de 2011

Un inciso...

Acabo de regresar de jugar al padel, concretamente, de perder al padel. Mi colega Juancar me miraba con cara de preocupación- Alcolea, ya llevamos 4 partidos seguidos perdiendo -, Venga va, Juancar, va..., hemos jugado muy bien, yo me voy muy tranquilo, no podemos pedir nada más, nos han ganado porque han jugado mejor y no hay que darle más vueltas.

Me miraba con una mezcla de respeto e incredulidad, decía no conocer esa faceta sosegada y feliz de un servidor.

¿Tanto te puede cambiar el punto de vista la paternidad? Es muy cierto que hace unos meses sufrir mi cuarta derrota consecutiva en cualquier deporte conllevaba una desazón y mosqueo que perduraba hasta el siguiente partido. Sin embargo, me encuentro en un estado de calma y bienestar impropio del "malperdedor" que he sido siempre.

Mi chica dice que quizás se deba a que ahora me tomo el tiempo de ocio como lo que es: ocio. Puede ser que ahora saboree más esos momentos de tranquilidad y desconexión, es probable que el fin último de hacer deporte no sea ganar sino precisamente eso: desconectar.

Por otro lado me cuesta pensar que todo se reduzca a una mera cuestión de aprovechamiento del tiempo libre, estoy convencido que hay más factores que influyen en esta ensalada. Tras darle vueltas en el camino de vuelta a casa, he dado con el ingrediente principal del asunto: ser padre te eleva. Para ser más claro, adquieres una perspectiva más amplia de tu vida, en cierta medida te has enriquecido con un punto de vista repleto de nuevos matices, o mejor dicho, no se trata de nuevos matices, son pequeños detalles que ya estaban ahí y que no habías reparado en ellos.

Tu vida es, en apariencia, igual a la de antes: madrugas, coges el atasco en hora punta, trabajas, regresas a casa, charlas con tu chica del día, vas a hacer deporte, tomas unos aparejos en el bar y vuelves a reposar la jornada dejándote llevar por morfeo en el sofá. Sin embargo, existe un "paisaje" de fondo en todas tus acciones: tu hija.

Llevamos diez meses viéndola crecer, se encuentra en un momento maravilloso: llena de actividad, ríe, investiga, te abraza... y ese es precisamente el colchón que te hace ver todo desde arriba dándole a cada cosa su justa relevancia.

No creo que deba añadir mucho más, tan sólo quería compartir con vosotros este pensamiento que traía de vuelta a casa, pensando en Ana durmiendo en su cunita, tras un día lleno de emociones... es la hostia...

3 comentarios:

  1. Yo tengo ganas de experimentar ese cambio de actitud, debe de ser la hostia, con perdón. Te envidio, aunque sigas perdiendo al padel.

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  2. "Diviértete, que es domingo" ¿Te acuerdas, Fuelle?

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  3. Buenas Mama mimosa, cada etapa tiene sus cosas... ser padre te aporta muchísimo, pero también te quita. Quizás el truco sea saborear cada momento al máximo para no tener que echar la vista atrás y observar cada detalle con un exceso de melancolía.

    Y al avó que voy a decirle, que me acuerdo mucho de sus consejos... de este en concreto más incluso de lo que quisiera reconocer. Imagino que como le decía a Mamá Mimosa cada etapa tiene su casuística y en el pasado tenía un enfoque distinto a la hora de plantearme las cosas. Lo cierto es que hay que divertirse de lunes a sábado, y más si cabe el domingo... palabras sabias del viejo que juega a reirse.

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