domingo, 30 de enero de 2011

No lo acabo de ver tan claro... (volumen II)

La verdad es que se me ocurren un sin fín de mitos relacionados con la paternidad que pueden derribarse con un soplido... vamos con otros 3 más:

- "Escuchar música clásica durante el embarazo relaja al bebé y a la mamá, permitiendo a tu hijo recordar las canciones cuando haya nacido": un servidor está acostumbrado a escuchar a Fito, Heroes, Delinquentes... no cumplo el perfil de mi señor padre, que se trata de un tipo amante del gregoriano y la música clásica. Sin embargo hice de tripas de corazón y durante varias semanas mi casa debió parecerse mucho, musicalmente hablando, a la de Sánchez Dragó.

Total, que nace mi hija y durante los primeros días la pusimos aquellos temas que escuhó mientras estuvo en el vientre de mamá. No sabría cómo definiros la cara de indiferencia que ponía Ana con esos temazos... quizás ahí me di cuenta que tenía un gran parecido a su padre: la música clásica la aburría sobremanera. Eso sí, era ponerla el Panamericano y relajarse al instante, dejaba de llorar, se dormía, sonreía... en la actualidad tiene 9 meses y sigue con la misma pasión que el primer día. A esa canción se le han unido alguna de Black Eyed Peas y Camarón. Creo que podría demostrar que las discográficas de música clásica tienen el control sobre las editoriales de literatura educacional infantil, os iré informando del asunto.

- "Cuando vuestro bebé cumpla 8 meses podreis jugar con él a pasarle la pelota, vereis como la espera con impaciencia y os la devuelve alegremente": Estimados autores de guías y webs de crianza, he comprado ya tres tipos de pelota, mi hija las ve pasar a su lado rodando y, una vez han pasado de largo, me mira como diciendo: papá, se te acaban de caer los huevos... perdonad la expresión, pero me parece alucinante que un bebé pueda ignorar tanto un juguete que para su padre es la máxima expresión de felicidad: una pelota (ya sea de fútbol, de baloncesto, de tenis, de volley, de padel...) todas me gustan, pero en esta ocasión, mi hija ha sacado el gen racional de su madre.

- "Con los purés y potitos, es conveniente dejar al bebé experimentar con la comida. Déjale que se manche las manos y se las lleve a la boca": Ja, ja... muy bueno este, si señor. Cuando un bebé se mancha las manos con comida, estas pasarán por un mínimo de 10 sitios antes que por la boca, repasémoslos: 1.body, 2.chaqueta, 3.pantalón, 4.cuello, 5.brazos, 6.jersey de papá, 7.trona, 8.pared del salón, 9.pelo de mamá, 10.recibo de la luz (¿¿?? yo tampoco me lo explico) y los últimos resquicios de comida, en efecto, irán a la boca (eso sí, el babero intacto). Total, que el intento de dejarle espacio a tu bebé fracasa al primer y último intento. Por cierto, también está demostrado científicamente, que si tu hijo/a se mancha las manos con cualquier sustancia nociva, su primer destino será irremediablemente la boca, una vez pase por la misma, la mano quedará como la patena.

5 comentarios:

  1. Poco a poco irás aprendiendo pero admíteme un buen consejo sobre la pelota, juega con Ana con una pelota de color Azul-grana y verás como goza, está visto que la que tienes es blanca y claro, !no se motiva!

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  2. Los autores de guías que dicen que los niños deben experimentar con la comida deben vivir en hoteles o tener sirvienta 24h., ¡se pone todo perdido!.

    De todas formas este consejo es muy de guías y de los que han sido padres hace mucho: es el caso de los abuelos... a nosotros no nos dejaban comer en el coche porque se llenaba de migas, en cambio el nieto ¡que juegue a colorear sentado en el sofá blanco!

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  3. ... la metamorfosis de los abuelos, un buen tema a tratar en este blog. ¡Besos!

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  4. Estimado Fern... digo familia numerosa, en efecto si fuera la pelota blanca entendería que la niña la dejara pasar de largo, pero en este caso tenemos esféricos de diversos colores... por lo que entiendo que es más una cuestión de simple pasotismo que un asunto de hinchadas.

    Y por lo que respecta a los abuelos, tendrán su justa cabida en este blog. Ya analizaremos su "particular" vara de medir, la cual varía curiosamente con el paso de los años.

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