viernes, 17 de diciembre de 2010

Una verdad incómoda... y necesaria.

...nadie te lo dice abiertamente, pero recibir muchas visitas en el hospital agota... vaya si agota. Son muchos los casos en que los papás pasan una primera noche con su bebé en vela; el cansancio que este hecho provoca, unido al propio del estrés y de las emociones acumuladas, hacen que tus reservas de energía se queden bajo mínimos.

Sería injusto decir que recibir a familia y amigos en esos momentos es un engorro, de hecho lo más probable es que pasado un tiempo sepas apreciar a esa gente que ha estado cerca de ti en esos momentos tan importantes, pero viviendo el presente no deja de ser un fastidio que no tengas casi tiempo para relajarte (si se puede llamar así) y disfrutar de momentos de soledad con tu chica y tu hijo.

Si tuviese que mojarme más, la visita que recuerdo con una intensidad y emoción grandes es la de mis padres... qué grandes empresarios han sido toda su vida!! Han conseguido llevar a buen puerto la empresa de su vida: criar y educar a sus hijos. Al tener un bebé, una nueva dimensión se abre ante tus ojos y ves a tus padres bajo otra perspectiva... una más cerca del olé y gracias que del dame la paga y déjame el coche. Ya no solo serán tus padres, serán un modelo a seguir en la vida (no creo que exista una frase que defina mejor lo que siento por ellos en estos últimos meses).

Pero dejando de lado melancolerías y acuarelas, el resto de visitas insisto que deberían racionarse... quizás monte una agencia de representación de embarazadas y nuevos papás, seré quien les organice la agenda, quien establezca el orden de visitas y quien mande a la prima Carlota a casa cuando llegue a las 21:00 de la noche a ver a su sobrina...

También se reciben un montón de llamadas: de familia, de amigos, de compañeros de trabajo, de vecinos.... las primeras hacen muchísima ilusión, pero cuando llevas 20 horas sin dormir, has recibido 12 visitas, apenas has comido, tu bebé no se engancha bien al pecho, no echa los gases, que si ahora respira raro, que si ahora duerme plácidamente (pero no te fías y vas a ver si respira cada 5 minutos... si, puede sonar macabro, pero es literalmente lo que hemos hecho y haremos todos los padres durante los primeras semanas de vida de tu bebé)... total, que tras todo eso, recibir llamadas telefónicas llega a estresar.

Sin embargo recuerdo dos llamadas que me reconfortaron: supieron relativizar mi sensación de desasosiego y agobio que tenía en esos momentos. Las horas más intensas y especiales de tu vida, se han visto mezcladas con horas de estrés, preocupaciones, sueño, dolor de cabeza... y nunca nadie me lo había dicho, salvo esas dos llamadas que me supieron a 4 horas de sueño, un paracetamol, un bistec y un relajante muscular... porque por fin alguien fue claro conmigo: David, no tienes que sentirte mal por ver que la situación te desborda y el buque de tu cabeza hace aguas, es que todos los papás primerizos hemos estado desbordados y a la deriva en ese momento -Gracias troncos, gracias por vuestra sinceridad... por vuestra "limpia, transparente y fresca sinceridad"

A todos los futuros papás que vivireis esto en los próximos meses (vaya crack Sr. Mena, a ver qué ropa eliges para recibir a tu bebé) os puedo asegurar que el estrés pasa a las pocas semanas, pero no porque el buque haya recuperado su rumbo, es simplemente porque aprendereis a navegar con la bodega llena de agua...

1 comentario:

  1. Jo, David. Aquí tienes a tu madre con los ojos como las vidrieras de la catedral de León y a tu padre buscando las teclas del ordenador al tacto.
    Tú ya sabes. Si el viento arrecia, hay anclas de fortuna que controlan la nave; y en cuanto la mar se aquiete un poco, trinca la driza, cala la orza, sujeta firme el timón y el mismo viento será tu aliado para llegar a buen abrigo. ¡Buena singladura!

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