miércoles, 16 de febrero de 2011

Los abuelos de mi hija, ¿son mis padres? (Vol. I)

Les miro con una mezcla de asombro y admiración a partes iguales... pero cuando veo a mis padres me cuesta reconocerlos.

Un servidor ha pasado su infancia y adolescencia bajo las faldas de unos padres justos, generosos y exigentes. Lo cierto es que los dos primeros valores los conservan intactos, sin embargo el tercero de ellos se ha ido disolviendo hasta casi desaparecer cual pastilla de avecrem en agua hirviendo.

Desde los 13 hasta los 20 años casi podría decir que he pasado más tiempo castigado que en libertad, los motivos eran diversos: dejarme la bici a la intemperie por la noche, llegar tarde a la cena, suspender alguna que otra asignatura, dejarme otra vez la bici a la intemperie... Fueron pasando los años y aprendí a ir andando a todos los sitios, de este modo evitaba tener que sacar la bici con el consiguiente riesgo de un castigo rondando alrededor de mi persona.

Posteriormente empecé a sufrir arrestos domiciliarios por llegar tarde tras noches de fiesta durante los fines de semana. Mi madre, ya dormida, me obligaba a tocarla el pie cuando llegase tarde para asegurarse de que había aterrizado en condiciones... la pobre sufre la dolencia llamada "dedos en garra", os aseguro que el 95% de las veces llegaba a casa absolutamente sobrio, pero claro ponte tú a buscarle el pie a tu madre con esos deditos... total, que abría la bodega que mis padres tienen al lado del water (suena a coña, pero es literal), abría el mejor vino en brick que tenían y me dejaba llevar por mi amante etílico.

Joder, me estoy yendo por los cerros... pues eso, que siguieron pasando los años y mi hermano, 8 años menor, comenzó a sentir el peso de la autoridad paternal. Yo advertía que algo no iba bien, el chaval parecía no sufrir y eso me intranquilizaba. Coño, que con 16 años el chaval no tenía hora de llegar a casa, la bici la podía dejar donde quisiera, no limpiaba los fuegos de la cocina... me cagüen, ¡el chaval tenía unas normas distintas a las mías! El aqui escribiente tuvo unas normas "A" y, casi de manera imperceptible, mi hermanito pasó a tener unas normas "B" o normas "light" como querais.

Los años ya no es que pasaran, es que comenzaron a devorar, y un buen día tuve una hija que convirtió a mis padres en abuelos, ¿pero esos son mis padres? Mi prima Carlota vino el otro día a explicarme el porqué mis padres habían cambiado tanto, cuando llamó al timbre dejamos de hacer ruido y acabó por marcharse. ¿Cruel?, que va, simples normas "A" aprendidas con el paso de los años.

Para el próximo volumen de Los abuelos de mi hija, ¿son mis padres? (Vol. II) me adentraré en las que yo entiendo que son las normas "C" o también llamadas normas "maleduco a mi nieta porque me sale de los cojones". Que por otro lado les entiendo, cuando mi hija me de nietos, pienso seguir el ejemplo de mis padres... una vez más.

6 comentarios:

  1. Si, je je, las personas cambian un montón al hacerse abuelos. ¿Por qué? Ni idea, pero se les ve superfelices. Yo también pienso hacer lo mismo cuando sea abuela.

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  2. Solo decirte una cosa, padre primerizo, sus buenas razones tendrían tus padres para hacer lo que hicieron, ¿te has parado a preguntárselo?, con el tiempo verás que cada día que pasa es más dificil la educación de nuestros hijos, !al tiempo!

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  3. Yo, que he vivido en primera persona las consecuencias de las normas A (si fuelle se quedaba sin bici todos ibamos andando, eso era compañerismo) he de decir que también disfruto de las normas C... y si no ¿qué hacía una Zarzuela de mamá-fuelle esta noche en nuestra mesa?.

    Ser mamá merece la pena de todas, todas.

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  4. He de decir a fuer de sincero que con los años cambia todo quisque. Y si no, vean: El fuelle, que tanto reivindica normas igualitarias, que tanto abomina de las normas "A" que padeció, ahora resulta que siendo padre aplica las mismas normas "A" (adecuadas para a la adolescencia) A su mismísima hija, que todavía no es otra cosa que una infante en el setído más literal y etimológico de la palabra.
    Por cierto, la zarzuela febrerina se la han zampado todos menos la infante, a quien estaba destinada en exclusiva. Todo te cae encima.
    Abuelos unidos jamás erán vencidos, porque disfrutan a tope de los hijos y de los nietos.
    Salud, camaradas.

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  5. Parece que si ha parado a preguntárselo: "bajo las faldas de unos padres justos, generosos y exigentes. Lo cierto es que los dos primeros valores los conservan intactos"

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  6. Avó te diré : que Fuelle es el primero que reconoce que tiene que haber tantas normas como hijos se tiene.Las normas "A" para el primero puede ser un premio, y para el segundo un castigo.

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