Hola
Jesús, siento comunicarte la reflexión a la que he llegado tras años de
experiencias sufridas en primera persona: eres un dominguero de esos que van al campo con su
cesta de mimbre y su mantel a cuadros. Marchas a la montaña más alta y aislada
del Nepal, a nadar con tiburones a Sudáfrica o a bucear en los zenotes más
inexplorados y desconocidos de México, vas con todo tu equipo de expertos,
accesorios de última generación, teléfonos vía satélite, pero te falta el
ingrediente más relevante para hacer de tus viajes una aventura al filo de lo
imposible: dos hijos de 1 y 5 años de carácter inquieto.
Te
animo a que planifiques el próximo desafío extremo: Desayuno en el centro
comercial con “la Muy y el niño Tractor”. Básicamente trata de elegir un sábado cualquiera del mes
y premiarte por la larga semana de trabajo con un desayuno a full: café con
leche, zumo de naranja, huevos revueltos, bacon, tortitas, patatas fritas,
churros... suena muy apetitoso e idílico, pero ahora toca contar la verdad.
Jesús
Calleja es despertado por los primeros rayos de sol que atraviesan su ventana
desprovista de persianas en el albergue de montañeros del campo base del
Kanchenjunga. Entre bostezos se viste cumpliendo meticulosamente con la rutina
de ponerse cada capa de ropa en el orden establecido para un clima tan severo
al que se va a enfrentar.
A
un servidor no lo despiertan los rayos de sol, es muy probable que el niño
Tractor se aproxime sigiloso a nuestra cama mientras dormimos, arrime su cara a
3 cm. de la mía y, con los ojos muy abiertos y habiendo exhalado durante dos
segundos todo el aire que cupiera en sus pulmones, profiriese un grito:
PAPÁAAAAA! Ya está, son las 7:15 y el mundo se pone en marcha. Nosotros también
seguimos nuestras rutinas para vestirnos: básicamente consiste en perseguir a Little
Dani por toda la casa como si fuéramos leonas que van a cazar una gacela. No
creáis que una vez capturado es una presa fácil, el tío vocifera y se zafa todo
lo que puede.
Jesús
Calleja se prepara un café con leche aguado en una cafetera vieja llena de
abolladuras y lo acompaña con unas tostadas de poco valor nutricional. Mientras
desayuna planifica la ruta del día, observa detenidamente las cumbres de la
cordillera que va a escalar y charla distraído con el resto del equipo sobre
qué ruta será la más adecuada para afrontar el reto... así, “a lo fácil, a lo
cómodo”.
Somos
los primeros seres humanos que entran al centro comercial. La distancia a
recorrer desde el parking hasta la cafetería es de apenas 150 metros: 7ª Planta
Menaje del Hogar. El primer tramo transcurre entre toallas, sábanas y fundas nórdicas
de lo más variopinto pero claro, sabiamente, los tipos que estudian esto del
marketing deciden poner a la vista las sábanas de "La Patrulla
Cansina" (como diría la Sra. Endorfina) y ahí surge el primer conflicto:
Dani se aferra a una de las sábanas y decide que sean una con él, son
inseparables. Aquí ya os aviso de que la telepatía entre hijos y padres existe,
porque cuando pensamos en ir a quitárselas él ya ha empezado a correr pasillo
arriba como si no hubiera un mañana. Tras una pelea propia de los barrios más
marginales de Michigan, le conseguimos quitar las sábanas. Dani reflexiona por
unas décimas de segundo y decide arrojarse al suelo del pasillo como forma de
protesta.
Próxima
estación: mobiliario de hogar. La Muy decide que se ha cansado de andar y escala
con sus crampones al sofá más caro de toda la tienda. El niño Tractor, que lo
observa, decide dejar su protesta a ras de suelo y, con los ojos inyectados en
sangre, corre hacia su hermana cual Yeti apunto de capturar a la pieza más
deseada. Los dos se enzarzan en un combate sin cuartel en el que el ganador,
por aplastante mayoría, es el niño Yeti.
Entramos
a la cafetería, elegantemente decorada tras su renovación de estilo hace apenas
un año. Las vistas merecen la pena, pero eso a mis garrapatas les da igual… hay
unas cortinas metálicas que se encargan de separar ambientes y eso es una provocación para cualquier niño con ciertas inquietudes.
Los míos, que lo quedarse sentados y tranquilos es una asignatura que han
decidido dejar para septiembre, empiezan a cruzar las cortinas a todo correr
estorbando a esos jubilados/as que están tomando su desayuno con su recientemente conquistada tranquilidad. En ese punto ya has decidido que la actividad de riesgo acabe por
sí sola, ¿cuándo?, en el momento en que uno de los dos se tropieza y cae de
cabeza contra el suelo. Fin del combate, de hecho, es probable que el hermano
sano se solidarice con su colega de juerga y empiece a llorar de forma
desconsolada sobrecogido por el chichón del otro.
Traen
el desayuno, mis Little se sientan y por unos instantes son los hijos modélicos
que todo padre querría tener. A Dani le das un churro con la idea de que se
vaya entreteniendo y puedas desayunar con cierta paz… error, en el momento en
que ve a su hermana comiendo huevos revueltos escupe el churro que tenía en la
boca y vuelve a convertirse en el Yeti para pedir el mismo bocado que su
hermana. Como Little Ana no comparte te toca darle de tu plato… da igual la
época del año en la que estés, en ese momento ya estás sudando como si hubieras
corrido la maratón de Nueva York.
¡Zumo de naranja! Por fin, ese momento no te
lo quita nadie, coges el vaso y, cuando estás a punto de dar el primer trago, el niño
Yeti ha decidido que, además de carnívoro, es frugívoro y empieza a emitir
sonidos guturales que indican que ese zumo es suyo.
Total,
que cuando terminas de desayunar eso parece un campo de batalla, hay restos de
churro masticados, polvos del colacao esparcidos por la mesa, manchas de café
que se ha salido del plato y unas ojeras que te llegan hasta la comisura de la
boca.
Mientras
escribo estas últimas líneas se ha sentado detrás de mí el Sr. Gretzky y lee
con atención.
Gretzky:
eres un pusilánime Alcolea, ya se te ha olvidado que tú también fuiste niño e
hiciste las mismas cosas de las que ahora te quejas.
Yo:
ey Gret, si solo pido tener una mañana sin el carrusel de emociones que te
aportan éstos cuando salimos por ahí a comer. Que tan pronto soy feliz, como al
rato me alteran, luego me río a carcajadas con alguna ocurrencia que han
tenido, al segundo me sacan de quicio…
G:
tú aún no te has enterado en qué consiste la paternidad, ¿a qué no? La
paternidad es como un viaje a un país desconocido, agota mientras lo realizas,
pero deja un poso inolvidable una vez has vuelto a casa. A veces es difícil saborear
cada momento del viaje, pero incluso en el cansancio debes sacar esos momentos
de felicidad, que los hay y muchos.
Yo:
a veces creo que no me dieron el pasaporte…
G:
el pasaporte lo sacaste tú hace casi 6 años y creeme si te digo que no lo haces del todo mal.
El señor Gret... (como se llame) es un sabio y tiene mucha razón. Te lo digo yo.
ResponderEliminarEl señor Gret tiene mucho de los Alcolea... quizá el tercer o cuarto apellido tenga algo que ver.
Eliminarjajajaja, muy bueno. Yo con ellos voy en modo batalla total, pq la cosa suele acabar así, el churro pegado a mi chaqueta, el chocolate en mi camisa.... Me flipa esas madres divinas que salen impecables, siempre me pregunté si vuelven como yo vuelvo a casa después de un día por ahí con ellos. Aunque yo equiparo siempre el nivel de mi suciedad con el nivel de que los tios se lo han pasado genial.
ResponderEliminarMuy de acuerdo! Deberíamos crear una unidad de medida para la felicidad que tenga como punto de partida: habitaciones desordenadas, caras y ropa sucia, moratones en las piernas. Te compro la idea!
EliminarGracias por pasarte y se bienvenida. Al fondo tengo pastas y cacique.
Jajajajajajaja ja. Muchas gracias, ya tengo el humor que necesitaba para arrancar el día.
ResponderEliminarY haz caso a Gret y al Avó, tienen experiencia y saben de lo que hablan.
Besos.
Qué haríamos sin el humor Irene! Una vía de escape tan recurrida y con tan poco reconocimiento entre los "loqueros". Menos pastillas y más monólogos.
EliminarQué apañao Gretzky, se une a la diversión hasta en el centro comercial x)
ResponderEliminarGretzky va siempre con nosotros, aunque muchas veces no nos demos cuenta. Ahora bien, no le puede pillar de sorpresa porque todos llevamos un Sr. gretzky a nuestras espaldas, se lo puedo asegurar.
EliminarQué majo Gretzky.
ResponderEliminarYo, con esto de los desayunos, me conformo con que nadie se derrame el zumo por encima...
Nosotros ya asumimos como daño colateral esas cosas... son batallas que conviene perder con la idea de ganar la guerra a largo plazo.
Eliminar